El mundo mineral ha sido a lo largo de los tiempos y de todas las culturas una herramienta fantástica, tanto en la vida cotidiana, como en la espiritual y mágica.
Han sido protagonistas y observadoras de nuestra evolución, han sido nuestras compañeras tanto para bien, como para mal. Son objetos de amor a la humanidad, son un don divino para curar y para elevar el alma, no para abusar, degradar o poseer.
El conocimiento de estos pequeños-grandes dioses que nos acompañan y nos ayudan es
indispensable para nuestra andadura y evolución.