Entramos en el Otoño y con él celebramos la tierra, en la rueda del año. Los días se hacen más cortos, más lánguidos, las hojas caen y con ellas la tierra se nutre para gestar de nuevo, durante el frio invernal, un nuevo amanecer en la siguiente primavera.
Celebramos con la energía de la diosas oscuras, celebramos con la energía de la madre tierra, nosotr@s podemos aprovechar esta nueva energía para fortalecernos, para entrar dentro de nosotr@s mism@s y descubrir partes de nosotros, que como esas hojas otoñales están pérdidas bajo capas y capas de pasado… de olvido… de eternidad.
La tierra es el suelo que pisamos, es el hogar y la madre, la fuente y la proveedora de todas las necesidades físicas. En el mundo interior, el elemento tierra representa las sensaciones; sentirse bien o mal, cómodo o incómodo, sensual o aislado, Representa el lugar de dónde se procede, los instintos animales que nos guían con seguridad hacia el alimento, el calor y el cobijo.
Tener firmemente los pies en la tierra significa no soñar en exceso y desenvolvernos bien el ámbitos de la vida física, como la cocina, el campo, la naturaleza, el trabajo; procurando el bien para el mañana. Si no ponemos en práctica esta función somos como hojas llevadas por el viento, incapaces de adherirnos a ninguna realidad identificable, ni de obtener alimento y seguridad. Cuando las funciones del elemento tierra nos fallan percibimos una sensación de inseguridad, pérdida y soledad.
Para trabajar la magia de la Tierra se pueden hacer rituales de enterramiento, en los que enterraremos cosas que ya no queremos en nuestra vida y las ofreceremos a la tierra, para que ella las recicle. Podemos enterrar nuestros conflictos, nuestros disgustos, nuestra enfermedad, nuestros sinsabores, etc y ofrecerlos con una gema, o con un trozo de pan. Podemos enterar bajo un árbol y dejar el alimento para las hormigas, ardillas o cualquier otro animal que allí viva.
Otro aspecto poderoso de la magia de la tierra es aislarse un@ mism@ en la naturaleza. Cuando las condiciones meteorológicas lo permitan y si tenemos la experiencia necesaria para sobrevivir a solas en zonas más salvajes, podemos hacer rituales de purificación y pedir fuerza y vigor extra ante cualquier situación.
Otro modo más sencillo de practicar la magia de la tierra es durante nuestras actividades habituales (cocinar, conducir, trabajar) siendo consciente de que estamos transformando esos actos en rituales mágicos, donde invocaremos claridad, presencia, encuentro con nuestras raíces, etc.
Las correspondencias con el elemento tierra es el Norte, color negro, cereales, gemas, piedras comunes, el pentáculo. Todo estos son símbolos con los que podrás trabajar y enriquecer tu momento sagrado y mágico con la tierra.